A veces, una empresa contrata una consultora esperando una solución integral, alineada con sus objetivos, diseñada para crecer. Lo que recibe, sin embargo, es algo más parecido a una mesa armada por distintos carpinteros que no hablaron entre sí: patas de distintos tamaños, herrajes incompatibles y una instrucción final que dice “no mover”.
Todo esto nace de un fenómeno bastante común en el mundo corporativo: cuando cada área trabaja por su cuenta, con sus propias herramientas y objetivos, sin mirar lo que está haciendo el vecino. Y en ese entorno, lo urgente suele ganarle a lo correcto.
Un escenario que podría ser hipotético (pero que suena muy conocido)
Supongamos que una empresa necesita una landing page con funcionalidades algo más complejas que lo habitual: validaciones dinámicas, seguridad por niveles, integración con CRM, trazabilidad por usuario, y cierta flexibilidad para ajustes futuros.
Algo perfectamente viable con herramientas modernas de desarrollo web, como React, que permiten construir estructuras ligeras, seguras y mantenibles.
Pero la solicitud termina en manos del equipo de automatización de marketing. ¿Y qué hacen? Pues lo que haría cualquiera con una caja de herramientas limitada: intentan resolverlo con lo que tienen. Porque, claro, si tienes un martillo… todo empieza a parecer un clavo.
El resultado es una solución que “cumple”, pero sobre una plataforma diseñada para otras cosas. Scripts embebidos en correos, lógica de negocio dentro de páginas de aterrizaje de campaña, y una estructura que solo entiende quien la creó (y a veces ni eso). Funciona, sí… pero al primer cambio, se tambalea.
Lo que parece solución, a veces es solo parche elegante
Y aquí es donde empiezan a aparecer los verdaderos riesgos:
- Ataduras técnicas
La solución queda tan casada con un equipo o una plataforma, que hacer cualquier ajuste se vuelve una mini negociación internacional.
- Costos que se disfrazan bien al principio
El presupuesto inicial luce razonable, pero pronto aparecen nuevas horas, soporte adicional, ajustes no contemplados… y el “efecto bola de nieve” hace su entrada triunfal.
- Seguridad comprometida
Cuando se estira una herramienta más allá de lo que fue diseñada para hacer, el primer sacrificio suele ser la estabilidad. El segundo, la seguridad.
- Tiempo mal invertido
Mientras el equipo trata de mantener a flote una solución frágil, el negocio sigue esperando resultados que sí impacten sus objetivos.
¿Por qué sucede esto?
No es falta de capacidad ni de intención. Es simplemente que muchas organizaciones están estructuradas como casas grandes con muchas habitaciones cerradas por dentro. Cada equipo tiene su propio plano, su propia lógica, y su propio objetivo. Y lo que debería construirse con una sola visión termina siendo un proyecto de arquitectura fragmentada.
Así, la solución más eficiente no siempre es la más visible. A veces es solo la más accesible para el equipo que tiene el proyecto en sus manos.
¿Qué puede hacer un líder empresarial?
No se trata de supervisar cada línea de código o cada decisión técnica. Pero sí de asegurarse de que la solución que le proponen es la que realmente necesita, no solo la que el proveedor sabe construir.
Estas preguntas pueden ser de gran ayuda:
- ¿Esta solución fue evaluada desde distintas áreas técnicas?
- ¿Qué tan fácil es mantenerla, escalarla o migrarla más adelante?
- ¿Se usaron herramientas estándar del mercado, o desarrollos muy específicos?
- ¿Qué pasaría si cambiamos de proveedor el próximo año?
Señales sutiles de que algo fue construido por partes que no se hablaron
Un pequeño radar empresarial para detectar riesgos antes de que se materialicen:
- “Esto solo lo puede modificar nuestro equipo”
Código secreto incluido.
- “Decidimos hacerlo con esta plataforma porque es la que usamos aquí”
Lo importante no es lo que tú necesitas, sino lo que ellos manejan.
- Largas explicaciones técnicas sin una frase que conecte con tus KPIs
Si el beneficio para el negocio no está claro… es porque no lo está.
- Cada pequeño cambio implica rediseñar medio sistema
Señal de que la base no fue pensada para durar, solo para salir del paso.
- Resistencia a considerar otras herramientas o equipos
Cuando la solución viene acompañada de un “solo funciona si es con nosotros”, vale la pena mirar dos veces.
- Falta de documentación clara o soporte fuera del equipo que lo desarrolló
Si cambiar de manos significa empezar de cero, no es solución, es trampa.
Conclusión
En tecnología, como en arquitectura, lo importante no es que algo se sostenga hoy… sino que siga en pie mañana. Las soluciones verdaderamente útiles se piensan con visión de conjunto, y se construyen con materiales y métodos que otros también puedan entender, mantener y mejorar.
Si como líder ves que tu proyecto parece una torre armada con piezas de rompecabezas distintos, no dudes en frenar y preguntar:
“¿Esta solución está hecha para mi negocio… o para encajar con la estructura del proveedor?”
Elegir una respuesta bien construida desde el inicio puede ser la diferencia entre una solución que crece contigo, o una que hay que sostener con las dos manos.
¿Te ha pasado algo parecido? Hablemos.
Si algo de esto te resulta familiar —ya sea porque lo estás viviendo o porque lo ves venir— podemos ayudarte a evaluar tu proyecto desde una mirada arquitectónica y estratégica.
Agenda una asesoría sin compromiso y revisemos juntos si tu solución actual está construida para durar… o solo para salir del paso.
